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viernes, 22 de abril de 2016

SE CUMPLEN 400 AÑOS DE LA MUERTE DE CERVANTES, SHAKESPEARE Y EL INCA GARCILASO DE LA VEGA

En el año en el que morían Shakespeare y Cervantes, también fallecía Garcilaso de la Vega. Cervantes llevó una existencia heroica y sufrida y su talento tardó en florecer. Shakespeare (del que algunos dudan sobre su existencia, y que sería una creación de media docena de escritores y poetas), conoció pronto el éxito en Londres pero lo abandonó para volver a su terruño. Garcilaso era escritor, descendiente de una princesa inca y de un español, los tres murieron hace cuatro siglos casi en la misma fecha, el 22 y 23 de abril de 1616.

Jamás se vieron en vida, aunque fueron contemporáneos. Tampoco hay pruebas de que se hubieran leído, si bien es probable que el más joven conociera la obra del más viejo. A cuatro siglos de distancia sus nombres nos llegan unidos por la curiosa circunstancia de que los tres murieron el mismo año en la misma fecha, aunque con calendarios diferentes (gregoriano en España, juliano en Inglaterra). Y también porque sus áureos apellidos coronan las literaturas de sus patrias respectivas, o incluso más, son sinónimos de los idiomas en que fueron escritas.

Miguel de Cervantes Saavedra, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare, dignos hijos del siglo XVI, el del esplendor de la España imperial y católica y el de la consolidación de la Inglaterra isabelina y protestante. Un tiempo de descubrimientos, expansión y conquista. Fueron años tumultuosos de guerras y rumores de guerra, de fracturas religiosas y de lucha contra el imperio turco.

Miguel de Cervantes
Cervantes nació en Alcalá de Henares el 29 de setiembre de 1547, diecisiete años antes que Shakespeare. De su vida han quedado muchas más constancias que de la del inglés. Miguel de Cervantes Saavedra murió en Madrid, el 22 de abril de 1616, fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español.

Está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios».

Su padre se llamaba Rodrigo de Cervantes (1509-1585) nacido en Alcalá de Henares y su madre fue Leonor de Cortinas, de la cual apenas se sabe nada, excepto que era natural de Arganda del Rey. Los hermanos de Miguel de Cervantes fueron Andrés, nacido en 1543, Andrea (1544), Luisa (1546), que llegó a ser priora de un convento carmelita; Rodrigo (1550), también soldado, que le acompañó en el cautiverio argelino; Magdalena (1554) y Juan, solo conocido porque su padre lo menciona en el testamento.

Se ha conservado una providencia de Felipe II que data de 1569, donde manda prender a Miguel de Cervantes, acusado de herir en un duelo a un tal Antonio Sigura, maestro de obras. Si se tratara realmente de Cervantes y no de un homónimo, podría ser este el motivo que le hizo pasar a Italia. Llegó a Roma en diciembre del mismo año. Se pone al servicio de Giulio Acquaviva, que será cardenal en 1570 y a quien probablemente conoció en Madrid. Le siguió por Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara, itinerario que también aparece admirativamente comentado en su obra El licenciado Vidriera.

Sabemos que fue soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada. Embarcó en la galera Marquesa. El 7 de octubre de 1571 participó en la batalla de Lepanto, formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria, y donde participaba uno de los más famosos marinos de la época, el marqués de Santa Cruz, que residía en La Mancha, en Viso del Marqués. A la batalla naval contra los turcos, Cervantes la llamó "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros". Allí se batió con heroísmo y fue herido en la mano izquierda, que no le fue cortada sino que le quedó anquilosada, pese a lo cual pasaría a la historia como el "manco de Lepanto".

Aquellas heridas no debieron ser demasiado graves pues, tras seis meses de permanencia en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida militar, en 1572. Tomó parte en las expediciones navales de Navarino (1572), Corfú, Bizerta y Túnez (1573). En todas ellas bajo el mando del capitán Manuel Ponce de León y en el aguerrido tercio del famoso Lope de Figueroa, personaje que aparece en El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca. Después recorrió las principales ciudades de Sicilia, Cerdeña, Génova y la Lombardía. Y permaneció finalmente dos años en Nápoles, hasta 1575. Cervantes siempre se mostró muy orgulloso de haber luchado en la batalla de Lepanto.

Prisionero durante cinco años
Durante su regreso desde Nápoles a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en una zona que actualmente recibe el nombre de Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego Dali Mamí. El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del duque de Sessa hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad.

En los cinco años de cautiverio, Cervantes, hombre nada acomodaticio y con un fuerte espíritu y motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los cuatro intentos. Para evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable de todo ante sus enemigos y prefirió la tortura a la delación. Gracias a la información oficial y al libro de fray Diego de Haedo, Topografía e historia general de Argel (1612), tenemos posesión de noticias importantes sobre el cautiverio. Tales notas se complementan con sus comedias Los tratos de Argel, Los baños de Argel y el relato conocido como «historia del Cautivo» insertado en la primera parte del Quijote, entre los capítulos 39 y 41.

Sin embargo, desde hace tiempo se sabe que la obra publicada por Haedo no era suya, algo que él mismo ya reconoce. Según Emilio Sola, su autor fue Antonio de Sosa, benedictino compañero de cautiverio de Cervantes y dialoguista de la misma obra. También se afirma que la  obra de Haedo es uno más de los escritos del mismo Cervantes que ensalzan su heroísmo.

El primer intento de fuga fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a Orán los abandonó en la primera jornada. Los presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados más que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince compañeros más. Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta, en espera de una galera española que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó acercarse por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los cristianos escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a sus compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su «baño» o presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El tercer intento lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán. Envió allí a un moro fiel con cartas para Martín de Córdoba, general de aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a recibir dos mil palos, sentencia que no se cumplió porque muchos fueron los que intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca. Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en su mismo palacio. Después, decidió llevarlo a Constantinopla, donde la fuga resultaría una empresa casi imposible de realizar. De nuevo, Cervantes asumió toda la responsabilidad.

En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres trinitarios (orden religiosa que se ocupaba de tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos también rescatados. Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresa con su familia a Madrid.

Cervantes, en mayo de 1581 se trasladó a Portugal, donde se hallaba entonces la corte de Felipe II, con el propósito de encontrar algo con lo que rehacer su vida y pagar las deudas que había contraído su familia para rescatarle de Argel. Le encomendaron una comisión secreta en Orán, puesto que él tenía muchos conocimientos de la cultura y costumbres del norte de África. Por ese trabajo recibió 50 escudos. Volvió a Lisboa y a finales de año volvió a Madrid. En febrero de 1582, solicita un puesto de trabajo vacante en las Indias, sin conseguirlo. En estos años, el escritor tiene relaciones amorosas con Ana Villafranca de Rojas, la mujer de Alonso Rodríguez, un tabernero. De la relación nació una hija que se llamó Isabel de Saavedra, que él reconoció.

Se casó en 1584 con Catalina de Salazar y Palacios. No tuvieron hijos. Poco después, quien hasta entonces había sido (en palabras de Martín de Riquer) un "mero aficionado a la poesía", publicó su primera obra literaria de consideración, La Galatea, novela pastoril de evidente influjo italiano.

Asentado en la vida matrimonial, entre 1587 y 1600 Cervantes se radicó en Sevilla donde se ganó la vida como humilde comisario de abastecimiento: su tarea era proveer a las galeras reales y, en particular, a la expedición de Felipe II contra Inglaterra, aquella Armada Invencible que en 1588 una porción de ella fue destruida por una tormenta en alta mar cuando navegaba para conquistar el país de Shakespeare.

A partir de 1594, será recaudador de impuestos atrasados (tercias y alcabalas), empleo que le acarreará numerosos problemas y disputas, puesto que era el encargado de ir casa por casa recaudando impuestos, que en su mayoría iban destinados a cubrir las guerras en las que estaba involucrada España.

Se publica El Quijote
En 1604 Cervantes se instala en Valladolid (por aquel entonces Corte Real —desde 1601— de Felipe III. El mismo año 1604 Antonio de Herrera y Tordesillas, Cronista de Indias y Censor de la obra de Miguel de Cervantes, autorizó la impresión. Y en enero de 1605 publica la primera parte de la que será su principal obra: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ello marcó el comienzo del realismo como estética literaria y creó el género literario de la novela moderna, la novela polifónica, de amplísimo influjo posterior, mediante el cultivo de lo que llamó «una escritura desatada» en la que el artista podía mostrarse «épico, lírico, trágico, cómico» en el crisol genuino de la parodia de todos los géneros.

La primera parte del Quijote cosechó un éxito inmediato. Ese mismo año se hicieron cinco ediciones y doce en total hasta 1615. La buena recepción de la obra estimuló la carrera literaria de un Cervantes ya sexagenario, que ahora por fin podía escribir y ser publicado en abundancia. La segunda parte no aparece hasta 1615: El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.

Ambas obras le ganan un puesto en la historia de la literatura universal y convierten a su autor, junto con Dante Alighieri, William Shakespeare, Michel de Montaigne y Goethe en un autor canónico de la literatura occidental. Un año antes, aparece publicada una apócrifa continuación de Alonso Fernández de Avellaneda. Una novela escrita, al parecer, por un discípulo y amigo de Lope de Vega de origen aragonés o por un grupo de amigos de Lope.

Entre las dos partes del Quijote aparecen en 1613 las Novelas ejemplares, un conjunto de doce narraciones breves, compuestas algunas de ellas muchos años antes. Su fuente es propia y original. En ellas explora distintas fórmulas narrativas como la sátira lucianesca (El coloquio de los perros), la novela picaresca (Rinconete y Cortadillo), la miscelánea (El licenciado vidriera), la novela bizantina (La española inglesa, El amante liberal) o, incluso, la novela policíaca (La fuerza de la sangre). Solo esta colección de novelas habría podido en sí misma haberle creado un puesto muy destacado en la historia de la literatura castellana.

Un año después de su muerte, aparece la novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda, cuya dedicatoria a Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII conde de Lemos, su mecenas durante años, y a quien están también dedicadas la segunda parte del Quijote y las Novelas ejemplares, y que firmó apenas dos días antes de morir.

Cervantes fallece en Madrid a causa de la diabetes, a la edad de 68 años, en la conocida Casa de Cervantes, situada en la esquina entre la calle del León y la calle Francos, en el ya citado barrio de las Letras o barrio de las Musas, en el entorno del conocido Madrid de los Austrias.

Lo sepultaron en el convento de las Trinitarias Descalzas. Shakespeare lo acompañó a la tumba once días más tarde, porque en Inglaterra también era 23 de abril puesto que allí no se había adoptado aún el calendario Gregoriano.

La influencia de Cervantes en la literatura universal ha sido tal, que la misma lengua española suele ser llamada “la lengua de Cervantes”.

Principales creaciones de Cervantes:
La Galatea (1585)
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
Novelas ejemplares (1613)
El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615)
Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617)

El misterioso Shakespeare
Los primeros años del inglés permanecen en el misterio. Se supone que nació en 1564 en Stratford-upon-Avon, Warwickshire, en una familia católica. Y que falleció el 23 de abril del calendario Juliano o el 3 de mayo de 1616 del calendario Gregoriano. Fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como El Bardo de Avon (o simplemente El Bardo).

Existen muy pocos hechos documentados en la vida de Shakespeare. Se dice que fue el tercero de los ocho hijos que tuvieron John Shakespeare, un próspero comerciante que llegó a alcanzar una destacada posición en el municipio, y Mary Arden, que descendía de una familia de abolengo.

Cuando tenía 18 años de edad, Shakespeare contrajo matrimonio con Anne Hathaway, de 26, originaria de Temple Grafton, localidad próxima a Stratford. Tuvieron tres hijos. Por motivos que se desconocen marchó a Londres en algún momento de su juventud.

Solo a partir de 1592 existen documentos que llevan el apellido de Shakespeare. Hay constancias de que fue socio de la compañía teatral del Lord Chamberlain que más adelante, con la ascensión de Jacobo I tras la muerte de la reina Isabel, se convertiría en la King"s Men (Hombres del Rey). Su primer poema autorizado a publicarse, "Venus y Adonis", data de 1593 y fue inmensamente popular, al punto de que se hicieron nueve reimpresiones en pocos años. Shakespeare era por entonces un actor y dramaturgo en ejercicio, y varias de sus piezas habían empezado a representarse con gran popularidad, a razón de una o dos por año.

Su contemporáneo, el dramaturgo y poeta Robert Greene, lo retrata como «un grajo arribista, embellecido con nuestras plumas, que con su corazón de tigre envuelto en piel de comediante se cree capaz de impresionar con un verso blanco como el mejor de vosotros».

Entre 1596 y 1597 escribe la obra El Mercader de Venecia, donde retrata a la perfección el mundo de los usureros inspirándose en un judío de su época, Shylock, que reclama la libra de carne, la exigía a su deudor Antonio. En esa línea, el mercader Shylock confesaba “le odio porque es cristiano, pero mucho más todavía, porque presta dinero gratis y hace así descender la tasa de la usura en Venecia”.

Shakespeare retrata a Shylock como “un diablo cruel” que se niega a la clemencia, clemencia que a lo largo del drama, le piden de mil maneras distintas y a todas rechaza.

En marzo de 1613 Shakespeare compra en Londres, por 140 libras una casa con corral cerca del teatro de Blackfriars, de cuya suma sólo pagó en el acto sesenta libras, pues al día siguiente hipotecó la casa por el resto al vendedor. Por cierto que Shakespeare no hizo la compra a su solo nombre, sino que asoció los de William Johnson, John Jackson y John Hemynge (se sospecha todos ellos serían los creadores de las obras de Shakespeare).

Pero pocos meses después aconteció un desastre: se incendió el Teatro del Globo, erigido en las orillas del Támesis y con él todos los manuscritos del dramaturgo, junto con su comedia Cardenio, inspirada en un episodio de Don Quijote de La Mancha; se sabe de esta obra porque el 9 de septiembre de 1653 el editor Humphrey Maseley obtuvo licencia para la publicación de una obra que describe como Historia de Cardenio, por Fletcher y Shakespeare.

Títulos como La comedia de las equivocaciones, Los dos hidalgos de Verona, Enrique VI (en tres partes), La fierecilla domada, Tito Andrónico, Ricardo III, Sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia y Romeo y Julieta, la más popular de su tiempo y la primera de las obras maestras shakesperianas.

Shakespeare falleció el 23 de abril de 1616 y siempre se ha tendido a asociar su muerte con la bebida, —murió, según los comentarios más difundidos, como resultado de una fuerte fiebre, producto de su estado de embriaguez—. Al parecer, el dramaturgo se habría reunido con sus amigos Ben Jonson y Michael Drayton para festejar con sus colegas algunas nuevas ideas literarias.

¿Shakespeare el autor de sus obras?
Se ha discutido incluso si Shakespeare es el verdadero autor de sus obras, atribuidas por algunos a Francis Bacon, a Christopher Marlowe (quien, como espía, habría fingido su propia muerte) o a varios dramaturgos y poetas; la realidad es que todo es posible, por el simple hecho de que los datos de que se dispone sobre el autor son muy pocos y contrastan con la desmesura de su obra genial, que fecunda y da pábulo a las más retorcidas interpretaciones.

Casi ciento cincuenta años después de la muerte de Shakespeare en 1616, comenzaron a surgir dudas sobre la verdadera autoría de las obras a él atribuidas. Los críticos se dividieron en "stratfordianos" (partidarios de la tesis de que el William Shakespeare nacido y fallecido en Stratford fue el verdadero autor de las obras que se le atribuyen) y "anti-stratfordianos" (defensores de la atribución de estas obras a otro autor). La segunda posición fue muy fuerte durante siglos y en la actualidad es minoritaria.

Los documentos históricos demuestran que entre 1590 y 1620 se publicaron varias obras teatrales y poemas atribuidos al autor William Shakespeare, y que la compañía que representaba estas piezas teatrales, Lord Chamberlain's Men (luego King's Men), tenía entre sus componentes a un actor con este nombre. Se puede identificar a este actor con el William Shakespeare del que hay constancia que vivió y murió en Stratford, ya que este último hace en su testamento ciertos dones a miembros de la compañía teatral londinense.

Los llamados "stratfordianos" opinan que este actor es también el autor de las obras atribuidas a Shakespeare, apoyándose en el hecho de que tienen el mismo nombre, y en los poemas encomiásticos incluidos en la edición de 1623 del First Folio, en los que hay referencias al "Cisne de Avon" y a su "monumento de Stratford". Esto último hace referencia a su monumento funerario en la iglesia de la Santísima Trinidad, en Stratford, en el que, por cierto, aparece retratado como escritor, y del que existen descripciones hechas por visitantes de la localidad desde, al menos, la década de 1630. Según este punto de vista, las obras de Shakespeare fueron escritas por el mismo William Shakespeare de Stratford, quien dejó su ciudad natal y triunfó como actor y dramaturgo en Londres.

El First Folio, es el libro que reagrupa la mayor parte de su producción literaria, fue publicado por dos actores de su compañía, John Heminges y Henry Condell, en 1623, ocho años después de la muerte del autor. De aquí parte casi todo lo que se conoce sobre Shakespeare y muy bien pudieron ser estos dos actores con algún dramaturgo los autores de las obras de Shakespeare. De este libro que dividía su producción dramática en Historias, Comedias y Tragedias, se hicieron 750 copias.

Los llamados "anti-stratfordianos" discrepan de lo anteriormente expresado. Según ellos, el Shakespeare de Stratford no sería más que un hombre utilizado para encubrir la verdadera autoría de otro dramaturgo que habría preferido mantener en secreto su identidad. Esta teoría tiene diferentes bases: supuestas ambigüedades y lagunas en la documentación histórica acerca de Shakespeare; el convencimiento de que las obras requerirían un nivel cultural más elevado del que se cree que tenía Shakespeare; supuestos mensajes en clave ocultos en las obras; y paralelos entre personajes de las obras de Shakespeare y la vida de algunos dramaturgos.

Durante el siglo XIX, el candidato alternativo más popular fue sir Francis Bacon. Muchos "anti-stratfordianos" del momento, sin embargo, se mostraron escépticos hacia esta hipótesis, aun cuando fueron incapaces de proponer otra alternativa. El poeta estadounidense Walt Whitman dio fe de este escepticismo cuando le dijo a Horace Traubel, "Estoy con vosotros, compañeros, cuando decís “no” a Shaksper (sic): es a lo que puedo llegar. Respecto a Bacon, bueno, veremos, veremos.". Desde los años 80, el candidato más popular ha sido Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford, propuesto por John Thomas Looney en 1920, y por Charlton Ogburn en 1984. El poeta y dramaturgo Christopher Marlowe se ha barajado también como alternativa, aunque su temprana muerte lo relega a un segundo plano. Otros muchos candidatos han sido propuestos, si bien no han conseguido demasiados seguidores.

Recientemente el rumor sobre la autoría de Shakespeare se ha acrecentado tras las declaraciones de los actores Derek Jacobi y Mark Rylance. Ambos han divulgado la denominada "'Declaración de Duda Razonable" sobre la identidad del famoso dramaturgo. La declaración cuestiona que William Shakespeare, un plebeyo del siglo XVI criado en un hogar analfabeto de Stratford-upon-Avon, escribiera las geniales obras que llevan su nombre. El comunicado argumenta que un hombre que apenas sabía leer y escribir no pudo poseer los rigurosos conocimientos legales, históricos y matemáticos que salpican las tragedias, comedias y sonetos atribuidos a Shakespeare.

A lo largo del tiempo han existido teorías que subrayan que William Shakespeare era tan sólo un "alias" tras los que podían esconderse otros ilustres nombres como Christopher Marlowe (1564-1593), el filósofo y hombre de letras Francis Bacon (1561-1626) o Edward de Vere (1550-1604), decimoséptimo conde de Oxford. Jacobi asegura inclinarse por Edward de Vere, que frecuentó la vida cortesana en el reinado de Isabel I (1533-1603), y lo califica como su "candidato" preferido, dadas las supuestas similitudes entre la biografía del conde y numerosos hechos relatados en los libros de Shakespeare.

¿Cuál es una de las razones principales por la que se cuestionó la autoría de Shakespeare? El World Book Encyclopedia señala “la negativa a creer que un actor de Stratford on Avon hubiese podido escribir tales obras. Su origen rural no cuadraba con la imagen que tenían del genial autor”. La citada enciclopedia añade que la mayoría de los supuestos escritores “pertenecían a la nobleza o a otro estamento privilegiado”. Así pues, muchos de los que ponían en tela de juicio la paternidad literaria de Shakespeare creen que “solo pudo haber escrito las obras un autor instruido, refinado y de clase alta”.

Jorge Luis Borges escribió sobre él: «Shakespeare es el menos inglés de los poetas de Inglaterra. Comparado con Robert Frost (de New England), con William Wordsworth, con Samuel Johnson, con Chaucer y con los desconocidos que escribieron, o cantaron, las elegías, es casi un extranjero. Inglaterra es la patria del understatement, de la reticencia bien educada; la hipérbole, el exceso y el esplendor son típicos de Shakespeare».

Se suele decir que Miguel de Cervantes y William Shakespeare fallecieron el mismo día, aunque el primero murió el 22 de abril y el segundo el 23. Sin embargo, aunque los dos hubieran fallecido el 23 en sus respectivos países, las muertes no habrían coincidido en el tiempo, ya que, aunque la fecha fuese la misma, en Gran Bretaña se usaba el calendario Juliano, mientras que en España ya se había adoptado el calendario Gregoriano, y cuando Shakespeare murió, en España era 3 de mayo. Este día, el 23 de abril, ha sido nombrado Día Internacional del Libro por la Unesco en 1995.

A continuación las tragedias completas atribuidas a Shakespeare, ordenadas según la fecha aproximada de su composición:

Tito Andrónico (1594)
Romeo y Julieta (1595)
Julio César (1599)
Hamlet (1601)
Troilo y Crésida (1602)
Otelo (1603-1604)
El rey Lear (1605-1606)
Macbeth (1606)
Antonio y Cleopatra (1606)
Coriolano (1608)
Timón de Atenas (1608)

Debió transcurrir casi una centuria en Inglaterra para que, luego de su rescate por Dryden, Shakespeare fuera elevado a la categoría de genio supremo del idioma inglés, y otro más hasta que Coleridge, quien se rendía ante su poesía, lo llamara "el hombre de las mil mentes" y Carlyle escribiera de él que era "lo más grande que hemos hecho (en Inglaterra)".

Cervantes y Shakespeare. Con cada relectura vuelven a renovarse el asombro de cuatro siglos transcurridos ante la majestad de sus ingeniosas creaciones.

El Inca Garcilaso de la Vega
Su nombre real era Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega, nació en Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, el 12 de abril de 1539 y falleció en Córdoba, España, el 23 de abril de 1616.

Era hijo del conquistador español capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, de la nobleza extremeña, del linaje del Marqués de Santillana, y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del "reino de las cuatro partes o suyos" o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio incaico en su lengua nativa quechua). Su nombre de bautismo fue Gómez Suárez de Figueroa, fue bautizado con los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados, pero tiempo después, radicado en España, se lo cambiaría por el de Inca Garcilaso de la Vega.

Su adolescencia estuvo ensombrecida por las cruentas guerras civiles del Perú, y él y su padre padecieron la persecución de los rebeldes Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal. Su padre optó por enrolarse en el bando de Pizarro, aunque forzadamente, según contaría más tarde el Inca Garcilaso, pero retornó al bando real sumándose al ejército del presidente Pedro de la Gasca durante la batalla de Jaquijahuana, por lo que fue conocido despectivamente como el “leal de tres horas”. Este episodio tendría luego mucha repercusión en la vida posterior del Inca Garcilaso.

Hacia 1550, el todavía pequeño Garcilaso fue enviado a Charcas, para volver después al Cuzco, donde fue testigo de la rebelión de Francisco Hernández Girón, ocasión en la cual ayudó a su padre, entonces alcalde ordinario de la ciudad, a huir por los tejados de las casas (1553). Su padre le tuvo en gran estima, como demuestra el hecho del cariño que le demostró su hijo en sus escritos y el hecho de que le legara en su testamento (1559) tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata "ensayados" (es decir, de la más probada calidad) para que el joven mestizo cursara estudios en España.

El 20 de enero de 1560, a los veintiún años de edad y poco después del fallecimiento de su padre, Garcilaso salió del Cuzco rumbo a la Ciudad de los Reyes (Lima), dispuesto a embarcarse hacia España. Este viaje se mostraría particularmente arriesgado. Partió del puerto del Callao, estuvo a punto de naufragar, cruzó a lomos de acémila el istmo de Panamá, llegó a Cartagena de Indias, para tomar la ruta de los galeones hasta La Habana y las Azores, donde un marinero portugués le salvó la vida antes de llegar a Lisboa.

Como su padre, logró el grado de capitán, y tomó parte en la represión de la Rebelión de las Alpujarras de los moriscos de Granada bajo el mando de don Juan de Austria (1569). Entre 1570 y 1571 se enteró de la muerte de su madre y de su amado tío Alonso de Vargas; este último le adjudicó bienes en su testamento que hicieron que en el futuro no tuviese que preocuparse de su sustento y aún disfrutase de cierta holgura. En 1586 falleció su tía doña Luisa Ponce, viuda de su tío Alonso, cuyos bienes acrecentaron aún más su bienestar económico y le posibilitaron entregarse a la cultura. En 1590, muy probablemente dolido por la poca consideración en que se le tenía en el ejército por su condición de mestizo, dejó las armas y entró en la religión.

Se le considera como el "primer mestizo biológico y espiritual de América", o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de América que supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la indígena americana y la europea, alcanzando al mismo tiempo gran renombre intelectual.

Fue un escritor e historiador peruano de ascendencia española e inca. Se le conoce también como el «príncipe de los escritores del Nuevo Mundo», pues su obra literaria, que se ubica en el período del Renacimiento, se destaca por un gran dominio y manejo del idioma castellano, tal como lo han reconocido críticos como Menéndez y Pelayo, Ricardo Rojas, Raúl Porras Barrenechea y José de la Riva Agüero y Osma.

Su padre fue sobrino del célebre poeta Garcilaso de la Vega del Siglo de Oro de España, por lo que el Inca Garcilaso de la Vega sería sobrino-nieto por parte de la familia de su padre del famoso poeta renacentista castellano.

En su obra cumbre, los Comentarios Reales de los Incas, publicada en Lisboa, en 1609, expuso la historia, cultura y costumbres de los Incas y otros pueblos del antiguo Perú, libro que luego del levantamiento de Túpac Amaru II sería prohibido por la Corona española en todas sus colonias de América, al considerarla sediciosa y peligrosa para sus intereses, pues alentaba el recuerdo de los incas. Esta prohibición rigió desde 1781, aunque la obra se siguió imprimiendo en España.

Otras obras importantes del Inca Garcilaso son La Florida del Inca (Lisboa, 1605), que es un relato de la conquista española de Florida; y la Segunda parte de los Comentarios Reales, más conocida como Historia General del Perú (Córdoba, 1617), publicada póstumamente, donde el autor trata sobre la conquista del Perú y el inicio del Virreinato.

Garcilaso inició un ambicioso y original proyecto historiográfico centrado en el pasado americano, y en especial en el del Virreinato Perú. Considerado como el padre de las letras del continente, en 1605 dio a conocer en Lisboa su Historia de la Florida rescatando lo que hizo el gobernador Hernando de Soto, título que quedó sintetizado en La Florida del Inca. La obra contiene la crónica de la expedición de aquel conquistador, de acuerdo con los relatos que recogió él mismo durante años, y defiende la legitimidad de imponer en aquellos territorios la soberanía española para someterlos a la jurisdicción cristiana.

El título más célebre de Garcilaso el Inca, sin embargo, fueron los Comentarios Reales de los Incas, la primera parte de los cuales apareció en 1609, también en Lisboa publicada por Pedro Craasbeck. Escrito a partir de sus propios recuerdos de infancia y juventud, escuchado directamente de sus parientes, de contactos epistolares y visitas a personajes destacados del Virreinato del Perú, el relato constituye, pese a los problemas de sus fuentes orales y escritas y a las incongruencias de muchas fechas, uno de los intentos más logrados, tanto conceptual como estilísticamente, de salvaguardar la memoria de las tradiciones de la civilización andina. Por esta razón es considerada su obra maestra y se la ha reconocido como el punto de partida de la literatura latinoamericana. La segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617, con el título de Historia General del Perú.

Esta obra que es la más extensa que ha producido su pluma, desarrolla con estilo vibrante la conquista del Perú, las guerras civiles entre los conquistadores y la instauración del Virreinato del Perú, así como la resistencia de los incas de Vilcabamba, que culmina con la ejecución del último de estos, Túpac Amaru I, en la plaza del Cuzco en 1572. Incluye en sus páginas una rehabilitación de su padre, el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, desprestigiado ante la Corona por haber militado forzadamente en el bando del rebelde Gonzalo Pizarro.

El 23 de abril de 1616, el Inca Garcilaso de la Vega muere a los 77 años en su casa de Córdoba. Cervantes ha muerto también, el día anterior, y Shakespeare morirá dentro de una semana.

El Inca era descendiente, no sólo cultural sino literal, de los emperadores de Perú y de la gran tradición literaria española. Los albaceas testamentarios contabilizan en su biblioteca «Quinientos libros, poco más o menos», dice el registro. Ciento ochenta y ocho títulos, la mayoría en varios cuerpos. Apenas un tercio de los que hubo un día. Casi el arquetipo de una abstracta Biblioteca Renacentista Española. Se citan La Antigüedad, Italia, España, la incipiente América. Están Virgilio, Plutarco, las «Etiópicas» de Heliodoro, Tito Livio, los «Comentarios» de César, Suetonio, los «Problemata» pseudoaristotélicos. Están Petrarca, Marsilio Ficino, Bembo, Dante, Ariosto, Tasso, «El cortesano» de Castiglione –la traducción de Boscán y el original italiano–. Están «La Celestina», Huarte de San Juan, la «Silva de varia lección», «Guzmán de Alfarache», Fray Luis de Granada, «El laberinto de amor» de Cervantes. Hay también libros devocionales, tratados sobre caballos, libros de arquitectura (Vitrubio, Alberti, Palladio) y de astronomía («De sphaera mundi», de Johannes de Sacrobosco, llamado John of Hollywood) y, por supuesto, crónicas de Indias. Libros, sueños, recuerdos. Polvo bailando en la luz de la tarde. Los nombres y los títulos flotan un instante en el aire y después se firma el registro. Los hombres cierran y se van y la casa vuelve a quedar vacante y oscura.

En cierto sentido, el Inca Garcilaso de la Vega fue esencialmente un traductor. Traductor de culturas, de mundos, el intérprete autorizado de una tradición secreta. Siendo niño, en Cuzco, le dice a un pariente: «Inca, tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es la que guarda la memoria de las cosas pasadas, ¿qué noticia tenéis del origen y principio de nuestros Reyes?». La escritura eran los quipus, en cuyos nudos, los quipucamayoc cifraban las crónicas de los emperadores. Él era el último quipucamayoc.

Por Alberto Seoane

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