HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


jueves, 24 de marzo de 2016

LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO

Cada vez que se aproxima Semana Santa, cada vez que se acercan las fiestas litúrgicas, los cristianos recuerdan la condena a muerte de un inocente: Jesús, el Cristo.

¿Quién es Jesucristo? La historia nunca ha conocido a otro como Él. De bebé, asustó a un rey. De niño, asombró a teólogos con su conocimiento y sabiduría, porque su conocimiento venía directamente de Dios.

La Crucifixión de Cristo.
De adulto, gobernó sobre los elementos y calmó el mar embravecido. Sanó sin medicinas, y alimentó a miles multiplicando panes y peces. Hasta los demonios le temían, y él le dio de nuevo la vida a aquellos que estaban muertos.

Aun así, sufrió y soportó en su cuerpo y alma la furia y el odio de los malvados. Fue desechado y despreciado entre los hombres. Aunque era inocente, fue detenido y condenado por un tribunal irregular en horas de la noche y un juez civil que lo creía inocente fue obligado a sentenciarlo a morir en una cruz.

Mediante su sufrimiento y muerte, él pagó completamente los pecados de todos los que crean en Él. Pagó con su sangre la salvación de toda la humanidad prisionera de las fuerzas del Mal desde hace milenios.

Algunos han dado sus vidas por otros, y grandes hombres han ido y venido, pero Jesucristo continúa viviendo porque pudiendo librarse de tanto sufrimiento, prefirió entregarse por el bien de toda la raza humana. Herodes no pudo matarlo. Satanás no pudo pervertirlo. La muerte no pudo destruirlo. La tumba no pudo retenerlo. Habiendo satisfecho completamente la justicia perfecta de Dios, conquistó la muerte y resucitó al tercer día, como dijo que lo haría. Porque para él nada era imposible, porque era el Cristo que en griego significa “ungido” o “Mesías”.

Óleo de Giambattista Tiepolo titulado
La Crucifixión.
Cuanto más se investiga más pruebas históricas se hallan de la existencia de este ser inigualable. Antonio Piñero Saénz, Catedrático de Historia, de la Universidad Complutense de Madrid, ha dicho una frase lapidaria que "hay más pruebas de que existió Jesús de Nazaret que de la existencia de Julio César", (lo pueden encontrar en Internet). También esa misma frase, o parecida, lo dicen sabios e historiadores desde hace tiempo, pero parece que en el siglo XXI, la frase tiene aún más vigencia y aceptación universal, con bases científicas.

Sin embargo, por malicia o por ignorancia muchos siguen insistiendo que no hay pruebas de la existencia de Jesús. Pero sobre Buda hay menos: nada. Parece ser que efectivamente existió un maestro llamado Sidarta Gautama, Buda, que tuvo un gran impacto en su área y que generó un culto llamado budismo, pero la datación de su nacimiento se realiza en función de hallazgos arqueológicos indirectos: que es un templo budista cuya fundación está fechada en el 550 a.C., entonces es que ya había existido antes Buda. Así que si la figura de Jesús es escurridiza a los historiadores (habiendo pruebas de su existencia), la de Buda mejor ni hablar, sobre todo en una religión tan dada a la fantasía: las vidas anteriores de Buda son puro pragmatismo histórico, pero eso es otra historia. Sin embargo, no se pone en duda la existencia de Buda, pero sí la de Cristo, el Mesías.

Lo que sucedió luego de la última cena
Tras cenar con sus doce discípulos, Jesús fue al huerto de Getsemaní a orar. Allí fue arrestado por hombres armados enviados por el Sanedrín.

Representación de Jesucristo en la
llamada Última cena.
La noche en que fue arrestado, Jesús fue llevado ante los sumos sacerdotes Anás, Caifás y la asamblea de los líderes religiosos llamada Sanedrín (Juan 18:19-24; Mateo 26:57). El tribunal religioso hebreo estaba formado por 71 personas pero no todos fueron invitados al juicio secreto de Jesús porque había varios rabinos que simpatizaban con el acusado. El Sanedrín, se reunió en una sesión extraordinaria a altas horas de la noche en las casas del sumo sacerdote (-Caifás- y su suegro y anterior sumo sacerdote -Anás-).

Entre los judíos enviados a arrestar a Jesús se encontraba Malco, un esclavo de Caifás. El prisionero fue llevado primero ante Anás para ser interrogado. Jesús en la casa de Anás fue detenido, interrogado y golpeado. Anás se lo entregó a Caifás, quien ya había convocado a los ancianos judíos para celebrar un juicio nocturno ilegal (Mateo 26:57; Juan 18:10, 13, 19-24).

Caifás no desistió en su intento de inculpar a Jesús, ni siquiera cuando los testigos falsos no pudieron ponerse de acuerdo en sus acusaciones contra él. Como el sumo sacerdote sabía lo que sus aliados en la conspiración pensaban respecto a cualquiera que se proclamara Mesías, interrogó a Jesús para ver si este se atribuía dicho título. Jesús le respondió que sus acusadores lo verían “sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes”. En un gesto de fingida devoción, “el sumo sacerdote rasgó sus prendas de vestir exteriores, y dijo: ‘¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?’”. El Sanedrín concordó en que Jesús merecía morir (Mateo 26:64-66). El tribunal judío con su autoridad después de un rápido y vergonzoso juicio había dictado la pena capital, que sería ejecutada por los romanos. Caifás no podía matarlo porque le traería problemas con los romanos que dominaban Judea, pero podía hacer que los romanos cumplieran la pena, por tanto llevó a Jesús ante Pilatos, gobernante romano en Judea, para que decidiera su suerte (Mateo 27:2).

Pintura que representa a Caifás
interrogando a Jesús.
Después de esto, fue llevado ante Poncio Pilato, el gobernador romano (Juan 18:23), pero, los romanos no realizaban ejecuciones basadas en transgresiones a la ley judía, por tanto el cargo de blasfemia no tenía validez para Pilatos. Pilatos, al saber que Jesús era de Galilea, jurisdicción de Herodes Antipas, lo remitió a Herodes, que en aquellos días estaba en Jerusalén (Lucas 23:7). Pilatos habría deseado que Herodes Antipas se encargara del caso, mientras que el Sanedrín habría deseado que Pilatos se decidiera por la ejecución de Jesús. Herodes; hijo de Herodes el Grande, el que mandó matar a los inocentes de Belén, con sus soldados menospreció a Jesús y se burló de él vistiéndolo con una ropa espléndida como de reyes; y se lo regresó a Pilatos (Lucas 23:6-12).

Jesús durante el juicio nocturno ilegal
del Sanedrín.
Los juicios de Jesús constaron de seis eventos: tres de ellos en una corte religiosa y tres ante una corte romana. Jesús fue juzgado ante Anás el sumo sacerdote saliente; Caifás, el sumo sacerdote en funciones, y el Sanedrín. Él fue acusado en estos juicios “eclesiásticos” de blasfemia, por afirmar ser el Hijo de Dios.

Los juicios religiosos ante las autoridades judías, mostraron el grado en que los líderes judíos odiaban a Jesús, porque ellos desatendían descuidadamente muchas de sus propias leyes. Existieron muchas ilegalidades involucradas en estos juicios a Jesús desde la perspectiva de la ley judía:

1) Ningún juicio debía llevarse a cabo durante alguna celebración, y Jesús fue juzgado durante la Pascua.
2) Cada miembro de la corte debía votar individualmente para condenar o absolver, pero Jesús fue condenado por una gritería de protestas y desaprobación.
3) Si se daba la pena de muerte, debía pasar una noche antes de que la sentencia fuera llevada a cabo; sin embargo, solo pasaron unas cuantas horas antes de que Jesús fuera puesto en la cruz.
4) Los judíos no tenían autoridad para ejecutar a nadie, sin embargo, se las ingeniaron para ejecutar a Jesús presionando a los romanos.
5) Ningún juicio debía llevarse a cabo por la noche, pero este juicio se hizo antes del amanecer.
6) Se debía proporcionar al acusado consejo y representación, pero Jesús no tuvo ninguno.
7) No debían hacerse preguntas de auto-incriminación al acusado, pero a Jesús se le preguntó si Él era el Cristo.

Pilato no encontró razón para matar a Jesús.
Los juicios ante las autoridades romanas comenzaron con Poncio Pilato (Juan 18:23) después que Jesús había sido golpeado. Los cargos llevados contra él eran muy diferentes a los cargos de sus juicios religiosos. Él fue acusado de incitar a la gente a una revuelta, prohibiéndole al pueblo pagar impuestos, y clamando ser un rey. Pilato no encontró razón para matar a Jesús, así que lo envió a Herodes (Lucas 23:7). Herodes ridiculizó a Jesús, pero queriendo evitar la responsabilidad política, lo envió de regreso a Pilato (Lucas 23:11-12).

Llevado nuevamente de regreso a Pilato, sabiendo que el hombre era inocente, ya que no le veía ninguna culpa, y debido a que era el último juicio, Pilato mandó azotar a Jesús, tratando de aplacar la animosidad de los judíos. La flagelación judía era un castigo terrible y posiblemente consistía de 39 latigazos. En un esfuerzo final por soltar a Jesús, Pilato ofreció que el prisionero Barrabás fuera crucificado y Jesús liberado, pero fue en vano. La turba gritó que Barrabás fuera liberado y Jesús crucificado. Pilato les concedió su demanda y les entregó a Jesús (Lucas 23:25).

Los juicios de Jesús representan la máxima mofa de la justicia. Jesús, el hombre más inocente en la historia del mundo, fue encontrado culpable de crímenes y sentenciado a morir por crucifixión. Caifás veía en Jesús a un peligroso rival. Jesús cuestionó la interpretación que la jerarquía judía hacía del sábado y expulsó a los mercaderes y cambistas del templo acusándolos de convertirlo en una “cueva de ladrones” (Lucas 19:45, 46). Algunos historiadores creen que los mercados que había en el templo, o sea en la sinagoga pertenecían a la casa de Anás, lo cual daría a Caifás otra razón para tratar de silenciar a Jesús.

Jesús ante Herodes, que no se atrevió
matarlo y lo envió a Pilato nuevamente.
Caifás no podía negar que Jesús realizaba obras poderosas, pero, en vez de poner fe en él, procuró salvar su prestigio y autoridad. ¿Cómo iba a reconocer que Lázaro había resucitado? Caifás pertenecía a los saduceos, quienes no creían en la resurrección (Hechos 23:8).

Pensemos en lo que sucedió al enterarse los líderes judíos de que Jesús había resucitado a Lázaro. El Evangelio de Juan relata: “Los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el Sanedrín y empezaron a decir: ‘¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación’” (Juan 11:47, 48). El Sanedrín pensaba que Jesús era una amenaza para sus intereses religiosos y para el orden público, por el cual eran responsables ante Pilato.

Los sacerdotes principales y los hombres de más edad se reunieron en la casa de Caifás para planear la forma de atrapar y matar a Jesús. El sumo sacerdote posiblemente ayudó a determinar el precio que se pagaría a Judas por traicionar a su Maestro (Mateo 26:3, 4, 14, 15). Sin embargo, un asesinato no era suficiente para que Caifás lograra sus malvados fines. “Los sacerdotes principales ahora entraron en consejo para matar también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos [...] ponían fe en Jesús.” (Juan 12:10, 11.)

Anthony Quinn interpretando a Caifás.
Los romanos debían aprobar las ejecuciones, y puesto que Caifás era el intermediario entre ellos y los judíos, es probable que fuera él quien presentara el caso ante Pilato. Poncio Pilato, fue prefecto de Judea del año 26 al 36 de nuestra era. Cuando este intentó liberar a Jesús, posiblemente Caifás estaba entre los sacerdotes principales que gritaron: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él!” (Juan 19:4-6).

Caifás se negó a aceptar las pruebas de que Jesús había resucitado. Se opuso a Pedro y a Juan, y más tarde a Esteban. También autorizó a Saulo para que arrestara a cualquier cristiano que encontrara en Damasco (Mateo 28:11-13; Hechos 4:1-17; 6:8–7:60; 9:1, 2). Sin embargo, alrededor del año 36, Caifás fue destituido por Vitelio, el gobernador romano de Siria.

Fue la arrogancia lo que impidió que Caifás aceptara al Mesías. Aunque Caifás pudo haber usado su posición de sumo sacerdote para que los demás judíos aceptaran al Mesías, sus ansias de poder lo llevaron a condenar a Jesús, y es probable que su oposición al cristianismo lo acompañara hasta la tumba. Lo que se escribió acerca de su conducta muestra que nuestros huesos no son lo único que queda cuando morimos. Por nuestras acciones nos labramos una reputación ante Dios, ya sea para bien o para mal.

Anás y Caifas conspirando contra Jesucristo.
Caifás es considerado junto con Anás el responsable de haber mandado a muerte a Jesús. En la Divina Comedia Dante Alighieri los sitúa en la fosa de los hipócritas castigados de la misma forma: están crucificados en la tierra y son pisados por los demás condenados, que están vestidos con capas de plomo (Infierno XXIII, vv. 110-126).

Se sabe que la crucifixión de Jesús tuvo lugar durante la Pascua judía (Pésaj), en la que se conmemora la salida de los esclavos judíos de Egipto y que es una de las fiestas más importantes del calendario hebreo.

La Semana Santa cristiana, depende de las fases lunares y el equinoccio de primavera. Jesús fue ejecutado en la provincia romana de Judea por el prefecto de la provincia, Poncio Pilato en torno al 26 a 28 después de Cristo. Muchos investigadores barajan la fecha del 14 de Nisán, esto es, el viernes 3 de abril.

Historiadores romanos citan a Cristo
Plinio el Joven, entre los años 100 y 112 escribió una carta al emperador Trajano preguntándole acerca de cómo debía conducirse hacia los cristianos, y las medidas que como gobernador tomó contra ellos. En un fragmento de la carta dice también “acostumbran reunirse al amanecer y cantan un himno a Cristo, casi como a un dios”. En la carta, Plinio, como un magistrado romano se hace eco tres veces de Cristo como persona real y objeto de culto de una secta.

Son las fuentes no cristianas, sobre todo el historiador y senador romano Tácito (55-120), las que permiten establecer un calendario más o menos preciso. El historiador romano habla de la muerte en la cruz de una persona a la que su gente llamaba Mesías bajo el reinado de Tiberio por el gobernador Poncio Pilato. El emperador Tiberio gobernó Roma entre el 14 y 37 después de Cristo, sabemos que Jesús nació entre el 7 y 4 antes de nuestra era al final del reinado de Herodes. Sabiendo que vivió unos 30 años, podemos fechar su muerte entre el 26 y el 28.

Tacito, escultura en el
Parlamento de Viena.
Tácito se refiere a Cristo, y la existencia de los primeros cristianos en Roma, en una página de su obra final, Anales (escrito c. 116), libro 15, capítulo 44. Tácito es un autor latino que reconoce la existencia de Cristo, para los que actualmente dicen que ningún romano lo nombró. Veamos lo que Tácito dijo realmente: "[Descripción del incendio de Roma] Pero por ningún medio, ni con las larguezas del emperador, ni con expiaciones a los dioses, cedía la infamia, y que dejara de creerse que el incendio lo había ordenado él mismo. Para acabar con este rumor, Nerón suministró otros culpables, a los que hizo aplicar los más duros castigos; eran aquellos a los que, odiados por sus escándalos, el vulgo llamaba “cristianos”. El autor de este nombre ERA CRISTO, que en época de Tiberio había sido ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Reprimida momentáneamente, aquella perniciosa superstición rebrotaba, y no sólo por toda Judea, cuna de esta calamidad, sino hasta por Roma misma, donde confluyen en masa, y encuentran adeptos, las cosas más atroces y vergonzosas” (Annales, XV, 44).

Suetonio Tranquilo (70-140), escribió alrededor del 120 que el emperador Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':

Suetonio cita a los
cristianos en dos de
sus libros.
“A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus continuas revueltas”. Con 'Chrestus' se entiende que equivale a 'Cristo'. Los romanos en un principio no distinguían a los judíos de los cristianos, les parecía todo igual. Se refiere a que los judíos discutían con los ex judíos, ahora convertidos en cristianos y se generaban tumultos y peleas.

Años más tarde Suetonio escribió, en una lista de las actividades realizadas por Nerón donde cita a los cristianos:

“Bajo éste [su reinado] se reprimieron y castigaron muchos abusos, dictándose reglamentos muy severos [...] Nerón infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna”. De Vita Caesarum. Nero, XVI.2.

Jesús fue condenado por predicar la paz y el amor, por curar a los enfermos, por multiplicar los panes y los peces, y predicaba a todos sin distinción de religión o raza, todos tenían derecho a la verdad, todos los seres humanos.

Por eso, los cuatro evangelistas desearon que a pesar de las persecuciones de que estaban siendo objeto los cristianos, quedara un testimonio de Jesús de quienes lo conocieron. Los evangelistas no intentaron hacer historia sino comunicarnos la vida y obra de Jesucristo.

Papiro con fragmento del Evangelio de Marcos
cerca del año 70 d.C. conservado en el
Magdalen College de Londres.
El que haya 4 evangelios (canónicos) ayuda a explicar las diferencias en los detalles (entonces no había imprenta ni Internet). Lo que debería llamar la atención es que coincidan tanto, de ahí que se suponga que había una tradición (oral o escrita) de dichos y actos de Jesús previa a la composición de los evangelios, que se hizo en diversos rincones y relativamente independiente unos de otros. Por otro lado, si Jesús murió cerca del año 30 y el primer evangelio fue compuesto cerca del 70, eso le otorga veracidad al relato. El fragmento evangélico más antiguo que existe es un papiro que contiene el Evangelio de Marcos, cerca del 70 después de Cristo y se conserva en el Magdalen College de Londres. Le sigue el fragmento de evangelio canónico más antiguo admitido hasta ahora es el recogido en el Papiro 52 que se conserva en la biblioteca John Rylands, en Manchester. Contiene un pequeño texto del evangelio de San Juan y se cree que data del siglo II. Le sigue en antigüedad el documento llamado Papiro 45, de mediados del siglo III, que fue adquirido en Egipto por el coleccionista Alfred Chester Beatty (1875-1968) y que se conserva en la biblioteca de su mismo nombre en Dublín (Irlanda). Es muy importante porque es el primer códice que contiene los cuatro evangelios.

Pilato no encuentra ninguna culpa en Jesús
Jesús fue llevado ante Pilato, porque había sido condenado por el Sanedrín. A los sumos sacerdotes no les importaba una verdad superior, estaban esclavizados por sus tradiciones, temían por su estatus económico, aunque Jesús demostró con creces un evangelio benigno y de amor. El orgullo y el egoísmo les cerró el corazón, no podían admitir que alguien tuviese tal intelecto y un nivel espiritual sublime que no dudo en declarar que el que lo ve a él, ve al Padre, esta declaración los sacó de quicio. Básicamente, obligaron a los romanos a ejecutarlo por la gran envidia que le tuvieron y lo adornaron con falsedades y pretextos absurdos para justificarse inútilmente.

Estaban sujetos al gobernador romano Poncio Pilato. Por esta razón Caifás, el sacerdote de más alto rango en el Sanedrín y si no era ejecutado amenazó a Pilato de insubordinación a Roma y hacer una denuncia en su contra. Pilatos bajo la influencia de su mujer insistió nuevamente en darle libertad perdonando como era costumbre judía por la Pascua a uno de los dos arrestados, Jesús y un malhechor culpable de asesinato, Barrabás.

Jesús y Barrabás. Pilato intentó salvarlo,
pero los judíos eligieron que liberte
a un ladrón y homicida.
Los judíos se negaron y pidieron la libertad de Barrabás, un ladrón y asesino. E insistieron a gritos la crucifixión repetidamente y agregaron que la sangre de Jesucristo se derrame en ellos y en sus descendientes, en realidad no tenían idea de la gravedad de lo que dijeron. El cobarde de Pilato sucumbió a la presión, pero lavándose las manos en público, afirmó que él no tenía nada que ver con la muerte de este inocente (Mateo 27:15-26). Esto es sabido desde hace dos mil años.

Roma estaba interesada en tributos, cereales y el comercio de los productos que le llegaban desde Judea. Roma carecía de interés por los asuntos religiosos de los judíos. Jesús en cambio, molestaba bastante al Sanedrín y sus intereses de poder religioso-económico-político. La gente admiraba a Jesús, no a los sacerdotes.

Quiénes mataron a Jesús fueron sus enemigos ideológicos: La élite sacerdotal judía que controlaba al pueblo. Jesús dijo mi reino no es de este mundo, es decir que tenía un mensaje religioso no político por eso Pilato no encuentra razones de Estado que le importen o sean peligrosas para Roma. Por el contrario la élite sacerdotal judía sí las encuentra: Jesús parte del judaísmo pero él era amplio, abierto a todos los pueblos, con el nazareno se pasa nada menos que del “ojo por ojo, diente por diente” al “perdonarás setenta veces siete”. Su mensaje es que Dios ama a todos los seres humanos, ya que no hay un pueblo elegido y los sacerdotes entendieron que con esa prédica el judaísmo carecía de sentido, los judíos ya no son diferentes, son parte de algo más grande, la humanidad y no lo quisieron aceptar. El cristianismo, en teoría, tiene un mensaje fundamental que es la piedad, la caridad, el amor al prójimo y el perdón, llegando a proclamar: “Amarás a tu enemigo”. Esto ha ayudado al desarrollo de los derechos del hombre y a su civilización. 

Pintura de Cristo
crucificado. 
Eso era inaceptable para los sumos sacerdotes Anás y Caifás, porque le quita sentido total al judaísmo anclado en el Pentateuco y ordenando castigos severos desde tiempos de Moisés. Los romanos ejecutaron la pena, como un verdugo, posiblemente porque Pilato no quería buscarse un enfrentamiento con la élite judía.

El propio Jesús les dijo: "Queréis matarme". Como los judíos habían perdido durante la dominación romana la potestad de condenar a muerte, razón por la que "condujeron a Jesús al palacio del gobernador", y dijeron"— Nosotros tenemos una ley, y según ella debe morir". Pilato tenía en sus manos la vida de Jesús y lo entregó a la crucifixión. Pero Jesús va mucho más allá, y se anticipó: "Yo entrego mi vida. Nadie me la quita por la fuerza; soy yo quien libremente la doy. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla." Por eso, no dudó en afirmar: "— Yo soy la resurrección y la vida."

Así fue como el crucificado en el Monte de la Calavera, o Monte del Calvario o Gólgota, en las afueras de Jerusalén se convirtió en símbolo de todas las condenas injustas de la humanidad. Él dio su vida por toda la humanidad que crea en él y se convirtió en el redentor del mundo.

Para conocer mejor la vida de Jesús, seguir leyendo aquí:





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