HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


jueves, 17 de octubre de 2013

HUGO DÖHLE EMPRENDIÓ UN LARGO VIAJE

El investigador de fenómenos extraños, Hugo Döhle, famoso por su programa La noche de los tiempos, falleció el 10 de octubre de este año, en la ciudad de Roldán, cerca de Rosario, a la edad de 79 años.

En abril de 1997, la municipalidad de Roldán,
declaró "De interés Cultural", el programa 

La noche de los Tiempos, conducido por
Hugo Döhle.
Se interesó en el fenómeno Ovni desde 1950, y creó varios programas radiales y televisivos, el más conocido, La noche de los Tiempos, fue declarado “De Interés cultural” por la dirección de Cultura y Educación de la municipalidad de Roldán, en abril de 1997.

Döhle nació el 9 de marzo de 1934, vivió en Rosario hasta los 28 años cuando se casó con Eugenia Caturano, el 11 de octubre de 1962 y se trasladó a Roldán, distante a 22 kilómetros al oeste de Rosario, donde era oriunda su esposa. Allí todos lo conocían con el apodo de "El Alemán". Tuvieron dos hijos, Fabián Diego y Erica que le dieron tres nietas.

La ciudad de Roldán, donde residía Hugo Döhle
está situada a 22 kilómetros de Rosario.
Click en el mapa para aumentarlo.
Döhle siempre trabajó en la venta de maquinarias para la construcción (hormigoneras, carretillas, palas, cemento, etc.), primero en Roldán con un socio durante muchos años, y cuando falleció, continuó con el hijo de su socio hasta que Hugo decidió vender su parte y dedicarse a viajar por el país como representante de una fábrica de elementos para la construcción.

Hugo Döhle, además de ser amigo de los conductores, Carlos Avellaneda, Alberto Seoane y Daniel Verón, visitó en dos oportunidades, en distintos años, el programa radial Contacto con la Creación, por AM Libertad, como el invitado especial del mes.

A la edad de 16 años, Hugo Döhle vio su primer
Ovni que iluminó la noche como en pleno día.
Esto es un resumen de sus comentarios, en la segunda visita, en el programa Nº 250 del viernes 7 de enero de 2011.

“Yo al principio no creía en nada, ni en Dios ni en los ovnis, en nada. Hasta que una noche de marzo de 1950, estaba en Arroyo Seco, en la bifurcación que hace la ex Ruta 9 con la entrada a Arroyo Seco, donde hay una estación de servicio. Allí estaba con un amigo esperando el ómnibus a las 2 de la mañana y nos quedamos iluminados como si hubiesen sido las 12 del mediodía”, relató Döhle a toda la audiencia.

“Nos miramos asombrados los dos y nos decíamos ¿qué es esto? Era una bola incandescente que iba pasando sobre Arroyo Seco. Y luego se apagó, duró casi un minuto y todo volvió a la normalidad. Desde ese día empecé a leer, leer y leer. Y a mí que tenía 16 años, antes no me gustaba la lectura. Después, me tragaba los libros, muchos de ellos los he donado al programa de ustedes”, recordó Hugo.

La noche de los Tiempos
“Mi primer programa comenzó varios años más tarde en FM 92 Radio Roldán y se llamó El Mediodía de los Tiempos, los sábados de 11.30 a 12 y así me fueron conociendo. Después, pasé a FM Cálida, haciendo Más allá de la Ciencia, de 9.30 a 11.30 de la noche y también hice en esa etapa La noche de los Tiempos, de 8 a 9 de la noche en televisión por el Canal 4 de Roldán”, destacó. 

“Por La noche de los Tiempos pasaron numerosos invitados, por lo menos unos cuarenta, entre ellos Carlos Avellaneda, Guillermo Aldunati, Daniel Landriscina, Alberto Seoane, y muchos otros que ahora no recuerdo”, rememoró Hugo.

De ahí me fui a LT3 Radio Cerealista, en Rosario, donde estuve una gran temporada de varios años y también tuve la dicha de estar invitado en el programa Los Notables, en agosto de 1998 cuando se trató el tema de Benjamín Solari Parravicini con motivo de cumplirse el centenario de su nacimiento.

Cinco avistamientos de Ovnis
“Ovnis vi en cinco oportunidades, en el año 1950, que ya la mencioné, cuando tenía 16 años, luego en una noche del mes de setiembre de 1968, antes del nacimiento de mi hijo, me anunció que sería varón y tenía que ponerle uno de los nombres, Diego, y con eso se le cumplirían todos los deseos. Llamé a mi señora, a mis suegros y todos vieron la luz hacia el oeste, estuvo como cinco minutos y automáticamente desapareció.

El segundo Ovni que vio Hugo fue en
setiembre de 1968 y la experiencia duró
unos cinco minutos.
Después, estaba por nacer mi hija y vi una luz y sentí que tenía que ponerle uno de sus nombres Estrella y le iría bien en la vida. Y gracias a Dios tuve dos hijos profesionales. Yo no pedí las cosas, vinieron solas, y todo aquello que viene, dolores, una pequeña enfermedad, alguna operación, eso tenemos que pagarlo por el karma", reflexionó.

En Médanos en el sur de Entre Ríos,
Döhle tuvo otra experiencia ufológica.
Observó dos Ovnis volando
bajo las nubes.
El cuarto avistamiento de un Ovni de Hugo Döhle fue en Médanos, en el sur de la provincia de Entre Ríos, era un día completamente nublado y por debajo de las nubes vio dos ovnis. Pasó el tiempo y visitando la Estancia La Aurora, en Salto, Uruguay, donde estuvo en dos oportunidades, vivió varias experiencias. “Hay que estar ahí, son experiencias que hay que verlas para creerlas", comentó. 

"Una noche estaba al lado del casco de la estancia, aproximadamente a unos 200 metros de la casa. Había salido con mi hermana Nelly a caminar, y al costado nuestro, a la altura de las rodillas, aparecen esferas de distintos colores del tamaño de una pelota de fútbol número 3. Volaron alrededor nuestro hasta que se alejaron y desaparecieron. Lo cuento y se me pone la piel de gallina.

Esferas u orbes semejantes a
las que observaron Hugo y
su hermana Nelly.
También vi como un médico llevó a su hijo que no podía caminar, pobrecito, y lo pusieron recostado sobre el dibujo de una cruz que había en la tierra, con la ayuda de Ángel Tona, el dueño de la estancia La Aurora. `Déjenlo, ahí, tranquilo que sola va a llegar la vibración’, dijo Tona. A los 15 minutos, el chico vino caminando hasta nosotros que estábamos con el padre a unos 40 metros. Es una cosa de creer o reventar, cuento todo esto porque me ha sucedido”, reflexionó Hugo.

El ser de Orión
Una de las experiencias más extrañas que vivió Döhle fue su encuentro con un extraño personaje que dijo llamarse Rubén Sánchez y que afirmaba proceder de la constelación de Orión. “Conocí a Rubén Sánchez cuando andaba buscando a 30 personas, aquí en el planeta Tierra para enseñarles y darles una energía especial. Cuando encontró a las 30 personas, nos reunimos y nos enseñó cómo se curaba. Y sinceramente el don o fuerza de dar la cura no sirve para uno mismo sino que es para brindársela a los demás. Primeramente, de todo lo que uno tiene, hay que saber dar, si la persona no sabe dar, no vale nada de nada”, reveló el creador de La noche de los Tiempos.

Estrellas de la Constelación
de Orión.
“Rubén Sánchez, a la primera que contactó fue a mi hermana Nelly, fuimos con él a Buenos Aires, en una camioneta 403 que tenía yo en aquella época. Él iba sentado al lado mío y hacía un calor terrible y lo que me extrañó era que él no transpiraba para nada y tenía la piel como si fuera la de un bebé. Le pregunté cómo llegaron acá y me dijo en una nave madre a una velocidad plasmática. Dijo que desde Orión la nave tardaba cuatro o cinco días y se quedaba en órbita terrestre. El primer lugar donde lo teletransportaron fue a San Juan. En la mano izquierda tenía un implante con el cual se comunicaba con los suyos.

Una tarde lo llevamos a Sánchez al campo, en Roldán, íbamos en dos vehículos, él venía conmigo. Allá nos dijo que tal día lo esperáramos en la estación de Ómnibus de Rosario, que nos iba a pasar a buscar para ir todos, los treinta de Rosario, Funes, Roldán, Carcarañá, Córdoba, y de Buenos Aires hasta llegar todos a la localidad de Potrero de los Funes, en la provincia de San Luis. Allí dijo que conoceríamos a los demás extraterrestres compañeros de Sánchez. Lo esperamos y esperamos toda la noche en la estación de Ómnibus hasta la madrugada pero no apareció. Él tendría que bajar de un colectivo que venía desde Buenos Aires. El viaje no se hizo y hasta el día de hoy estoy esperando que el amigo Sánchez se comunique. El decía que en el espacio no existe el tiempo.

Potrero de los Funes, en San Luis.
Pero mi hermana y algunas de las personas que lo conocieron empezaron a opinar que tal vez algo le pasó y no pudo llegar, así que se fueron en auto hasta Potrero de los Funes, conduciendo toda la noche y llegaron al lugar. Caminaron hasta un monte que les había mencionado Sánchez. En el trayecto tuvieron que cruzar un arroyo, tropezaron con las piedras del fondo y se mojaron bastante. A la cima llegaron casi de noche y allí se quedaron dormidos y con las ropas mojadas esperando a Sánchez. Al amanecer, cuando despertaron no vieron a ningún extraterrestre, pero todos tenían las ropas completamente secas como si nunca se hubieran mojado. Ese fue el final de la historia con Sánchez.

Retrato parecido al personaje que se
hacía llamar Rubén Sánchez.
Otra anécdota de este ser es que la última noche en Rosario, a Rubén Sánchez lo llevé en el auto hasta su hotel, muy cerca del Patio de la Madera, en Rosario, lo vi entrar y me acuerdo que hacía mucho calor, luego entré al hotel y le pregunté al empleado por la habitación de Rubén Sánchez ¿Quién?, me preguntó. Es el hombre que acababa de entrar. No, Ud. se equivocó, aquí no ha entrado ninguna persona, me dijo. Y yo le insistí, que lo había llevado a ese hotel en dos oportunidades. No hay ningún registro de un Rubén Sánchez en todo este tiempo, me dijo. Me acuerdo que todo eso pasó en el año 1980”, relató.

La radiestesia y anécdotas de la infancia
Döhle comentó que cuando se casó se fue a vivir al campo, en Roldán y su suegro, hijo de italianos, le enseñó a buscar agua o cualquier tipo de metales. “Con una horqueta de mimbre buscaba el agua. Cuando la hallaba, la horqueta empujaba hacia abajo la mano, e indicaba el lugar. Si yo escondía un anillo de oro en cualquier lugar del campo, sin que él lo sepa, salía con la varilla y lo encontraba, así con oro, plata o lo que fuere, siempre lo encontraba”.

Varilla de un radiestesista.
“Cuando yo era pibe, y no sabía absolutamente nada de todos estos temas extraños, recuerdo que un día estaba muy enfermo, tenía 3 años y me vi volar solo, yo en la cama, elevándome en el aire. A los siete u ocho años, ya viviendo en otra casa, me levantaba sonámbulo a la noche. La única que me podía tocar en estado de sonambulismo era mi mamá, porque si me tocaba mi papá o mi hermana yo empezaba a dar trompadas y patadas. Mi madre me llevaba a la cama y me acostaba de nuevo. Y me decían que hablaba en un idioma muy extraño. Después de casado a veces, en sueños, hablaba en ese idioma que nunca pude saber de dónde venía, y mi mujer me daba un codazo para que me callara”, comentó.

Retratos de algunos
tripulantes de Ovnis,
según los testigos.
“No somos los únicos viviendo aquí en la Tierra ni en el universo. Nosotros tenemos una mente muy egoísta, y yo siempre digo que el verdadero templo de cada uno de nosotros no está afuera, sino dentro de cada uno de nosotros, es el corazón. La palabra Amor con mayúsculas, nace del corazón y va hacia el corazón. Hay que pensar no solo con la mente, sino también con el corazón”, dejó como definición.

La vida en el “Más allá”
Continuando con la entrevista en Contacto con la Creación, Hugo comentó que en una reunión en la calle Maipú de AOA, la Asociación Observadora de los Astros, presidida por Guillermo Aldunati, vio por primera vez la Máquina Kirlian, construida por Carlos Avellaneda. "Allí vi como se fotografiaban los dedos de la mano y como salía esa vibración áurica de cada uno de los dedos y se podía predecir qué tipo de enfermedad uno podría tener. Pero no conforme con eso, seguí buscando porque todavía no había una técnica ni la hay todavía, para registrar el aura completa de una persona.

Manos fotografiadas con la Cámara Kirlian.
Empecé a estudiar una serie de libros de espiritismo y me llevaron a distintas sesiones, y todas eran desgraciadamente, personas chantas, pero vi una en Carcarañá que no me voy a olvidar nunca. Era la primera sesión que iba allí, eran unas veinticinco, treinta personas aproximadamente y a mí no me conocía nadie, y el que dirigía la sesión, de apellido Moriggi, dijo: “Uno de los que están presentes aquí esta noche pasará al frente y va a dirigir la sesión”, recordó.

"Hay que dar para recibir",
repetía Döhle.
“Todos nos miramos y una mujer, la médium, levantó la mano y me señaló a mí, diciendo: A ti te digo Juan Carlos. Y yo me reí porque me dije: ¡Qué metida de pata de esta mujer, si yo me llamo Hugo Döhle!”, comentó.

“Perdone, pero yo no me llamo Juan Carlos, le dije. Y me respondió: Ya lo sé, ahora no sos Juan Carlos, pero anteriormente, el primer hijo que tuvo tu madre, que después murió y se fue, volvió de nuevo en ti, ese se llamaba Juan Carlos”, dijo dejando asombrados a todos.

“Allí empecé a desarrollar la videncia, yo miraba a las personas y automáticamente le veía todo el cuerpo y los problemas de salud que podían tener”, dijo.

Última foto tomada por sus familiares, 
al investigador Hugo Döhle, días 
antes de su fallecimiento.
“Ahora, ¿para qué me sirvió este don?-se preguntó-, me sirvió para empezar a comprender a la humanidad como es, acá no se trata de que uno sea bueno o sea malo. Lo esencial es que uno haga las cosas correctamente, que ayude a los demás”, destacó.

Döhle era un gran lector, era apasionado por todo lo que era astrología, fenómeno Ovni, civilizaciones perdidas, los poderes de la mente y dimensiones ocultas. Era muy querido en Roldán, porque fue integrante de la Cooperadora policial, de la Cooperadora del hospital, participó en varias asociaciones, pero siempre dando a la gente y sacando de su bolsillo, por eso nunca llegó a ningún puesto importante, no era conveniente. Pero siempre decía, “hay que dar para recibir”.

"Hay vida después de la vida. La muerte
no existe, no hay que temerle a la
muerte para nada", nos enseñó Döhle.
En estos momentos Hugo debe estar bien y feliz, porque decía que nosotros estábamos de paso en la Tierra, que esta vida era solo una transición, que veníamos a cumplir algo que nos había quedado pendiente en otra vida, que “lo bueno venía después, con la muerte, se moría el cuerpo físico, pero el espíritu seguía vivo”.

Mil cosas podrían decirse acerca de Hugo Döhle pero lo mejor es finalizar con algunas de sus reflexiones: “A aquellos que dicen que cuando uno se muere, se terminó la vida, les digo, no. Hay vida después de la vida. La muerte no existe, no hay que temerle a la muerte para nada”, reflexionó.

Por Alberto Seoane

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